La historia de cómo la Acción Directa puede salvar tu negocio

Un Burofax a tiempo: La historia de cómo la Acción Directa puede salvar tu negocio

Juan, un subcontratista con más de 20 años de experiencia, se enfrentaba a un problema que le sonará a muchos en el sector de la construcción. Su empresa había finalizado la instalación de sistemas de climatización en un proyecto de gran envergadura. 

Habían puesto todo su esfuerzo, su tiempo y sus materiales. El trabajo estaba hecho, la obra terminada, pero la factura principal seguía sin pagarse.

El contratista, una empresa que hasta entonces parecía fiable, empezaba a dar largas. 

  • «Ya sabes cómo son las cosas…» 
  • «La Administración se retrasa…» 
  • «En unas semanas lo tienes…». 

Semanas que se convirtieron en meses. La tesorería de la empresa de Juan empezaba a resentirse. Los proveedores llamaban, los salarios de los empleados no podían esperar. La situación se volvía insostenible.

La historia de cómo la Acción Directa puede salvar tu negocio

La frustración del «último eslabón» de la cadena

Juan había intentado de todo. Llamadas, correos electrónicos, reuniones infructuosas. Se sentía atrapado, como si no tuviera a quién recurrir. Después de todo, el contrato lo había firmado con el contratista, no con el dueño de la obra. ¿Cómo iba a reclamar a una empresa con la que no tenía relación contractual?

En ese momento de desesperación, un amigo le habló de un concepto legal poco conocido: la acción directa. Un mecanismo que, aunque pudiera parecer una rareza, está ahí para proteger a quienes, como él, son el «último eslabón de la cadena». Le explicó que se trataba de un derecho recogido en el artículo 1597 del Código Civil y que podría ser la clave para resolver su problema.

¿El secreto? Un burofax estratégico

El primer paso era crucial. Recibió el consejo de enviar un burofax al dueño de la obra. Un burofax no era solo un simple papel; era una declaración formal. 

Le explicaron que, a partir de ese momento, la situación se congelaría. Si el dueño de la obra, después de recibir esa notificación, pagaba al contratista principal, su pago sería considerado indebido. Debería responder por la deuda de Juan.

Pero, ¿era tan sencillo? ¿Podía Juan reclamar la totalidad de su factura? Aquí es donde residía la complejidad, y a la vez, la clave de la estrategia. La ley establece que solo se puede reclamar hasta la cantidad que el dueño de la obra le deba al contratista en el momento de la reclamación. Si esa cantidad era cero, la acción de Juan no tendría recorrido.

La historia de Juan, al igual que muchas otras, tiene un desenlace que depende de un análisis detallado y una actuación precisa. Es necesario no solo conocer el derecho, sino también saber aplicarlo de forma estratégica, revisando cada cláusula contractual y verificando cada deuda.

Si tu negocio se enfrenta a deudas impagadas y crees que la acción directa puede ser tu solución, contacta con nosotros. 

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No podemos ofrecerte una respuesta única y válida para todos. Cada caso es un mundo. La clave está en un análisis exhaustivo de tu situación contractual y de las deudas en juego.

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  • entender si cumples con los requisitos 
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